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jueves, 4 de julio de 2013

En el Camino nos encontraremos (por Arsenio Terrón)

Ya han pasado unos días desde que nervioso me desperté una hora antes de lo que le había indicado a mi despertador, había algo que me hacía estar inquieto, presuroso, con ganas de que los minutos pasaran rápido y poder salir de casa, con mi bolsa de viaje y paseando dirigirme hasta el lugar señalado para la salida. La mañana espectacular, soleada, fresca, olorosa, paseando por el margen del río Bernesga. Ya por el camino encuentro con Jose Llamazares, primer abrazo de la mañana, juntos hacemos el resto del recorrido y vemos, a lo lejos, ya a mucha gente que ha madrugado más que nosotros (¿estarían también ellos nerviosos?).
Llegamos al autobús y posamos las bolsas y empiezo a fundirme en abrazos con amigos y compañeros que compartirán conmigo los siguientes tres días en esta locura maravillosa que es correr todos juntos con un objetivo común.
Empiezan las primeras prisas pues tenemos el compromiso de estar en la zona de la Catedral de León hacia las 9 horas pues allí hay otros compañeros esperándonos. Con puntualidad leonesa (no puedo decir suiza porque no estoy convencido de que los suizos puntuales lo sean más que los leoneses puntuales) llegamos a la Catedral. Nuevos abrazos con otros compañeros y amigos. Foto en grupo y salida corriendo todos por las calles fragantes del centro que nos llevan hasta la Plaza de San Marcos donde llegamos y hacemos el primer pasillo a los relevistas del primer tramo.

Al llegar me entero de que yo haré el primer relevo en bicicleta, corro en su busca e intento conseguir unas gafas para Juan Carlos (de Olas y Nieve) que irá corriendo. Salgo tras ellos y los alcanzo cuando están entrando en Trobajo del Camino, los acompaño en la subida hasta la Virgen del Camino dando los primeros ánimos (y mira que yo soy pésimo para estos temas), todos van muy bien, charlando y disfrutando de esas horas de la mañana, mirando hacia atrás una última vez para despedirnos de nuestra ciudad y del símbolo que hemos elegido como salida, al fondo, recortada contra los rayos de sol la Pulchra Leonina.
Pasamos el Santuario de La Virgen del Camino y en las rampas de tierra, Juan Carlos nota unos pequeñso síntomas de agotamiento (¿será por las supervacaciones que se ha pegado en los paraísos asiáticos que ha visitado?). Le paso la bicicleta (que es suya) y yo corro hasta que de nuevo se recupera y retoma su lugar en el relevo.
Ya vemos a los compañeros que nos esperan para el primer cambio. También ellos están nerviosos y quieren empezar cuanto antes. Besos y abrazos entre todos y rápidamente se reemprende el camino corriendo (yo sigo en bici unos kilómetros más hasta que Juan Carlos se cambia de ropa). Todo transcurre plácidamente. Parada para un primer café con algunos compañeros y llegamos a Hospital de Órbigo donde están la mayoría de los compañeros esperando.
Ya son las 12 de la mañana y por ello es el momento para la primera cerveza del día (¡¡qué saludable es esto de correr!!).
Los relevos siguen su ritmo, algunos de ellos con la gente que corre casi por primera vez y explotan de alegría cuando entregan el testigo a sus comapñeros. Da gusto ver sus caras de satisfacción. A mediodía llegamos a Astorga donde nos espera la mesa ya puesta donde disfrutamos de unos muffins espectaculares. Desde Astorga vemos ya en la lejanía las primeras montañas del camino a las que me tocará enfrentarme y empiezo a notar un hormigueo en el estómago.
Nos dirigimos (Eduardo, Luismi no el del Betis, el otro, y yo) hacia el puesto de partida para nuestro relevo y tenemos que comenzarlo un poquito antes puesto que el calor ha hecho estragos y es necesario acompañar a David en su último tramo del recorrido. Comenzamos a subir el puerto de Foncebadón y notamos más el efecto del calor que la dureza de las rampas, vamos adelantando a caminantes y ciclistas y ganamos altitud. Mirando hacia atrás vemos la inmensidad maragata a nuestros pies, preciosa, colorista, despidiendo olores a lavanda y jara pringosa, al acercarnos al margen del camino impregnamos nuestros brazos con el polen de las escobas floridas. Ya tenemos a la vista la "Cruz de Ferro" y a sus pies, esperándonos, nuestros compañeros que aplauden nuestra llegada y se funden en abrazos múltiples.
Cambio de testigo, foto, otra cerveza más, y subimos al autobús que nos lleva hasta Molinaseca. Allí yo vuelvo a hacerme cargo de la bicicleta y acompaño a los compañeros en los dos siguientes relevos hasta Camponaraya. En estos tramos contamos con el apoyo de algunos compañeros bercianos que no quieren dejar de acompañarnos a su paso por estas tierras fértiles, llenas de cerezos rojos de frutos y viñedos empezando a formar sus racimos que probaremos transformados en unos meses. El último tramo del día lo hago en coche y llego a Villafranca donde nos esperan nuestras habitaciones (Hilton, Palace, etc.). No podemos ducharnos puesto que las autoridades locales nos espera para las fotos de rigor. Caminamos presurosos hasta la iglesia donde nos están políticos y prensa. Fotos, discursos y nos vamos a la ducha reparadora. Cena, cafés, copas, y algunos nos retiramos pronto a nuestros aposentos. Otros con más aguante se quedan un ratito más. Preparamos el saco de dormir, ajustamos la dureza de somieres y colchones y a dormir. Pequenísimos incidentes adornan la noche lo que obliga a alguno de los compañeros a dormir en inestable equilibrio en el borde de su cama.
A las 7 de la mañana se escuchan los primeros ruidos y todos comenzamos a levantarnos, asearnos y prepararnos para el desayuno reponedor. Primeros relevistas, subimos hasta O Cebreiro y esperamos allí a los esforzados de la mañana. Un poquito más adelante yo retomo la bicicleta en un tramo de descenso por caminos pedregosos, llenos de peregrinos y de paisajes de postal. Acompaño a los relevistas en cola de pelotón donde se va quedando Lisardo con pequeños problemas.
A mediodía estamos en Sarria, comida, café y nos preparamos para asumir el trabajo de la tarde. Nos toca un tramo precioso, lo haremos los mismos de ayer pero en esta ocasión se nos ha sumado Eduardo (otro Eduardo, el que es capaz de meternete "manos" y recomponerte). Hacemos el tramo a buen ritmo y entregamos el testigo en su punto, no ha habido ningún traspiés y nos recogen para llevarnos a una de las localidades ya míticas donde nos espera una cena llena de patas (de pulpo) y en casa Ezequiel disfrutamos de una fiesta maravillosa.
Temprano a dormir (bueno algunos no tan temprano, han tenido éxito en la fiesta del pueblo y se resisten a abandonarlas). Sueño reparador, despertamos temprano, desayuno rápido y salimos para hacer los últimos relevos. Nos toca el penúltimo para llegar al "Monte do Gozo", volvemos a trotar los tres de siempre pero en esta ocasión otros cuatro compañeros se nos unen, contando por primera vez (nosotros) con apoyo ciclista, será Toño quien nos acompañe todo el tramo para darnos ánimos y agua.
Momento glorioso al legar al monumento en honor a uno de los papas pasados y recibir el aplauso de todos los compañeros. Besos, fotos, y salimos todos juntos para hacer los kilómetros finales hasta la catedral de Santiago de Compostela. En sus calles vivimos los momentos más emotivos y al legar a la plaza del Obradoiro se desatan los sentimientos y a muchos ojos asoman las primeras lágrimas de alegría y satisfacción. Más fotos, más abrazos, más comunión (con los compañeros) y a caminar hasta las duchas y luego a tomar nuestra última comida (en el camino).
Comida estupenda, café, entrega de credenciales, autobús y nos volvemos de regreso para León, donde nos esperan amigos y familiares. Últimos abrazos y a esperar que pase pronto un año para reiniciar el trote. Como no puede ser de otro modo. ¡¡¡En el camino nos encontraremos!!!!!

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