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martes, 3 de julio de 2012

Contado con el corazón


Ayer escribí mi relato objetivo de esa aventura que compartimos con el nombre de 'A Santiago Contra el Cáncer 2012'. Hoy me apetecía dejar que escribiera el corazón. Si te animas a compartir tu relato de la aventura mándamelo y lo traeremos a este blog. De momento, ahí va el mío:



A menudo no piensas el porqué de las cosas. Estudias que el Pórtico de la Gloria está en Santiago de Compostela y que a tiro de piedra de allí hay un lugar llamado Monte del Gozo. Y no te planteas lo grande que fue quien bautizó así los dos lugares. El gozo que se siente al llegar a ese monte es infinito y el gozo deja paso a la gloria en la que te sientes cada paso que das aproximándote a la meta. Un paso más y un paso menos hacia un sueño.

Son apenas 5 km que se disfrutan en cada zancada, sobre todo cuando se abandona la modernidad para entrar en las viejas calles santiaguesas. Pisar por donde tantas personas han cumplido su sueño te hace sentir cosas inexplicables. Haces lo que antes han hecho millones de personas, pero te sientes único. Y lo eres, porque todas las historias y motivaciones son de cada uno.

Subes, bajas, giras a derecha e izquierda, te jalean los visitantes, al fondo suena el mágico roncar de las gaitas y, de repente, las escaleras que descienden hacia la Plaza del Obradoiro. Ésas que parecen eternamente mojadas. Dicen que puede ser porque están impregnadas de la lluvia que a menudo acude a su cita con Santiago; pero yo sé que son las lágrimas de unos peregrinos que apenas pueden disimular la emoción que les embarga cuando adivinan antes ellos el final del Camino. El kilómetro cero de una espiritualidad que trasciende lo religioso y que embarga por igual a quien lo huele.

En aquellas piedras tambien quedaron estampadas mis lágrimas el domingo en que el que nacía el mes de julio... y muchas cosas más. Mis lágrimas en las piedras centenarias de la capital espiritual del mundo. Las mías y las de mis compañeros de aventura. 55 locos maravillosos que se atrevieron a disfrutar de un fin de semana inolvidable. Tres días corriendo entre León y Santiago que quedarán grabados para siempre en nuestros recuerdos y nuestros corazones. Tres días en los que quienes eran desconocidos o simplemente conocidos alcanzaron el grado de amigos y en los que los amigos llegaron a un estatus que quizás no tenga un nombre, pero que tampoco necesita definición.

Fueron tres días de recuerdos que se agolpan y que resultan complicados de explicar. Miles de imágenes que necesitarían millones de palabras para transmitir una milésima parte de lo que supuso la aventura. Recuerdos que se resumen en aquella plaza de una ciudad cosmopolita y universal. Decenas de abrazos en los que compartimos recuerdos, cariño y solidaridad. Lágrimas que tenían un motivo: todos corríamos para recaudar dinero contra el cáncer y eso trae recuerdos. Casi todos malos. Pero unos cuantos de esperanza. En aquella expedición había quien ha superado esa enfermedad y muchos otros que lamentaban a quienes habían perdido por un camino duro y despiadado. Había quienes desde la última vez nos falta alguien importante. Por ellos corrimos y ellos nos dieron su fuerza para llegar a la meta.

También fue por ellos, por los que superaron la enfermedad y por quienes no pudieron con ella, por los que ideamos la carrera hace ahora un año Alejandro Vaquera y yo como se hacen estas cosas, con un café y una torrija por medio. Le conté mi conversación con Agustín Montoya, uno de los vocales de la Asociación Española Contra el Cáncer (AECC) de León. Los recortes en las subvenciones también llegan a las ONG. "¿Y si preparamos algo para recaudar dinero?", me dijo Vaquera.

Dicho y hecho. La preparamos. Al día siguiente estaba en marcha una aventura que a finales de octubre de 2011 afrontamos 10 personas a modo de banco de pruebas. Salió bien y, con miedo, nos aventuramos con convencer a 40 personas más para que nos acompañaran. No era sencillo y, por eso, nos sorprendió cuando en una semana no éramos 40, sino casi 60 y lamentando tener que decir que no a mucha gente que habría querido acompañarnos.

El segundo reto era conseguir al menos 6.000 euros. Menos habría sido un fracaso. Y logramos casi 15.000 euros. Y miles de ayudas más. La Diputación de León, el Ayuntamiento de Ponferrada y Alsa pusieron los autobuses. Carrefour, Coca-Cola, Pizzería la Competencia y alguna ayuda anónima más aportaron la comida y la bebida. Los ayuntamientos de Ponferrada y Melide nos dejaron un lugar en el que pasar la noche. Y el Ayuntamiento de Santiago se volcó con nosotros más de lo que habríamos soñado.

Con todo lanzado sólo faltaba que el grupo disfrutara. Me consta que lo consiguió porque así me lo han transmitido todos los corredores. No era necesario porque el espejo de vuestro alma lo decía con claridad. Sé que lo pasasteis bien, pero no dudéis que ninguno habrá gozado tanto como yo lo he hecho gracias a vosotros. Habéis conseguido emocionarme. Desde que salimos de la Catedral de León cruzando nuestra ciudad en una carrera que arrancó con 100 alumnos de la Academia Básica del Aire compartiendo los primeros kilómetros de sudores con los corredores, hasta que nos despedimos ante San Marcos al regresar a León.

Dicen que no es más rico el que más tiene, sino quien menos necesita. Y debe ser verdad porque para ser feliz me ha bastado con ver las sonrisas perennes de Lala y de María; la satisfacción de Pablo Campos después de correr 14 km por aquellos bosques de eucaliptos; los duros tragos personales que superaban ese fin de semana Carmen y Juan Carlos a golpe de cariño; la predisposición a echar una mano de Juanki, José Manuel, Gonzalo, Luis Ángel, Talo o Ángel, los veteranos de 2011; la capacidad para encontrar una solución a cada problema de Tino, Erun y Suso; lo bien que se integraron deportistas como Carlos Fernández Riol, Mario Díez, Raquel Caño o Jorge Calvo en un grupo en el que no conocían a nadie y al que se ganaron para siempre; la capacidad para hacer sonreír de Luismi, que hace un año no corría ni de un bar a otro, y que hoy decidió que en marzo correrá su primera media maratón; la capacidad de los demás para reírse de sí mismos; la humanidad desbordante de un monstruo como Basurko acercándose a ver llegar la carrera al Castillo de Villafranca; el esfuerzo de Pedro o de Toño para acompañar desde su bicicleta a los corredores; el empeño y el cariño que me transmitieron todos y cada uno de los corredores; y, por encima de todo lo demás, ver a Sacha con su perenne sonrisa y con el alma que desborda en todo lo que hace, disfrutar subiendo y bajando por el monte sin más lamento que sus piernas no le permitan correr cada uno de los 300 y pico kilómetros para saborearlos todos.

Han sido miles de momentos para el recuerdo que no se borrarán jamás. Motivos para unas lágrimas que eran un cóctel de tristeza al recordar lo que hemos perdido y de felicidad por todo lo que hemos ganado para siempre en estos tres días mágicos. Por ello dejé caer mis lágrimas al suelo compostelano. Para que pervivan para siempre, inmortales en aquellas piedras, los recuerdos indelebles de un viaje inolvidable llamado 'A Santiago contra el Cáncer 2012'.

Parafraseando la vieja canción de Raphael 'Mi gran noche' que Carlitos Riol convirtió en banda sonora de nuestra aventura, la de este fin de semana fue 'mi gran aventura'. En 2013 trataremos de mejorarla. Quizás no sea como ésta. Por si acaso, no me la quiero perder. Si te animas a acompañarme sólo te pido que seas tan bueno como mis compañeros de este año; que sepas sentir más allá de lo que supone una zancada; que seas capaz de moverte con las piernas, pero de correr con el corazón; que mires siempre a los ojos; que rías si te da la gana y llores si te apetece; que sepas el significado de la palabra amistad; que antepongas el tú al yo; que no lamentes sufrir porque vas a sonreír al final del camino; que seas solidario; que después de dormir en el suelo, con media docena de osos roncadores alrededor, te despiertes con buen humor; y que cuando alcances la meta compartas tus emociones en un abrazo interminable. Si no cumples todas esas premisas, quédate en casa porque ésta no es tu guerra. Si crees que reúnes esos requisitos, bienvenid@. Estás en tu casa y ésta es tu familia. Por ti quiero arrojar una lágrima la próxima vez que descienda por esas escaleras que huelen a húmedo y rebosan historia e historias. La tuya, la mía, la de todos.


Los corredores bercianos, con Basurko. ¡Qué tío más grande!.

Cuatro periodistas y un árbitro. Veis como el Camino une.


Sacha riéndose. Como siempre...

... Y Laura también.

Agustín Montoya junto a la teniente de alcalde de Santiago, Reyes Leis.

Recepción en el Ayuntamiento de Santiago. Otro instante inolvidable.

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